Pero aquí surge un problema fundamental. La
teoría es muy bonita y todos la sabemos, pero la realidad
es que por lo general en un grupo espírita no siempre hay
afinidad entre los miembros. Unos ven las cosas de una forma y
otros de otra, unos tienen una opinión y otros otra al
respecto de las mismas cuestiones, y como consecuencia de esto,
surgen diferencias entre las personas que concurren al
grupo.
Esto es algo normal y hace parte de la propia naturaleza
del espiritismo. Como sabemos, en él no hay sumos
pontífices, no hay jerarquías, no hay dogmas de fe,
no hay procedimientos estándares que hay que cumplir, no
hay reglas inamovibles dictadas por ninguna autoridad, en
definitiva, la libertad es una de las premisas en las que se basa
el espiritismo, y de esta forma, cada quien tiene la posibilidad
de tener sus propias opiniones en relación a la
dirección y actividades que desea para el
grupo.
Esto, que es algo muy bueno y positivo si se sabe
entender, puede convertirse en un problema cuando aún no
hemos aprendido a respetar a los otros y consideramos nuestra
opinión por encima de la de los demás miembros del
grupo. Cuando así sucede, comienza para nosotros una lucha
personal en la que intentamos imponer nuestras ideas y puntos de
vista, y a la vez, surge una actitud de desprestigio hacia aquel
o aquellos que consideramos que están equivocados, lo que
es grave y peligroso para el grupo.
Muchos grupos han pasado por graves momentos de crisis
precisamente por esto, y el problema no es solo que se pasen esos
momentos, el problema fundamental es que el grupo se
desestructure por esto. Ahora bien, ¿cómo proceder
en un grupo en tal caso?
Sin pretender decir a nadie qué es lo que debe de
hacer, pienso que en todo momento debemos asumir una postura de
respeto hacia aquel o aquellos que no compartan nuestra forma de
ver las cosas. Ese respeto está basado en la propuesta
espírita de amor al prójimo, y no se puede amar si
no se respeta, ya que cada uno de nosotros tiene una forma
distinta de ver las cosas a la que llamamos libertad de
conciencia, y a nadie le gusta que no se le respete esa libertad,
por lo que si a nosotros nos gusta ser respetados, es normal que
aprendamos también a respetar a los demás. Cuando
amamos a alguien porque esa persona es como nosotros queremos que
sea, realmente estamos amándonos a nosotros mismos
proyectados en esa persona. El amor real se basa en amar a los
demás como ellos son y no porque son como nosotros
queremos. Por lo tanto, el primer sentimiento cuando existan
antagonismos habrá de ser un sentimiento de respeto hacia
los demás, traducido en la actitud de escuchar y
reflexionar las opiniones de los demás con sinceridad, sin
pretendida superioridad y con la firme convicción de que
ellas pueden ser también correctas o buenas.
En segundo lugar, analizar de forma cuidadosa y
fría la situación. La doctrina espírita, que
adopta la moral Cristiana, nos habla en relación a la
ceguera que existe en todos nosotros a la hora de valorar nuestro
criterio frente al de los demás, y usando unas palabras de
Jesús nos alerta a este respecto: "Veis la paja en el
ojo ajeno y no la biga en el vuestro". Por lo tanto es
importante que hagamos un análisis criterioso y sincero de
nuestra postura y la antagónica, pues puede ser que la
nuestra no sea totalmente cierta y la del otro no sea totalmente
equivocada.
Hace un tiempo, estuve escuchando a un político
de nuestro país en una entrevista y decía: -Es
importante para nosotros escuchar a los que son nuestros
contrarios, no por respeto, que también, sino porque puede
que ellos tengan razón. Esta postura me parece
sumamente inteligente y propia de un espírita que se cuida
en aplicar la moral que le enseña la doctrina, pero para
llevarla a cabo hay que desterrar un sentimiento del que nos
habla mucho el espiritismo, y nos lo presenta como uno de los
sentimientos que más daño pueden hacer a la marcha
y progreso del espiritismo: "El orgullo".
Si aprendiéramos a actuar de esta forma dentro de
nuestras instituciones espíritas cuántos problemas
y conflictos no serían evitados, y cuantas disputas no
serían acalladas por la prudencia y el buen sentido. Ante
esto siempre surge la pregunta: ¿Pero, y si tengo
razón? ¿Y si es verdad que mi postura es la
correcta? -Ante esto cabe responder: -Si es así, con
más razón tendremos que escuchar a los otros, con
más razón habremos de usar la paciencia y la
serenidad, con más razón cumpliremos con la moral
espírita.
Si lo que buscamos es el bien del grupo, que a la larga
es el bien de la sociedad, tanto espiritual como material, en
todo momento buscaremos que la paz reine en él, y
confiaremos en dos factores que la experiencia nos han demostrado
son los elementos del progreso: El buen proceder y el
tiempo. Cuando nuestro comportamiento está basado
en el bien general y usamos la lógica para exponer
nuestros argumentos, respetando siempre los argumentos de los
demás, el tiempo se encarga de ir situando cada cosa en su
sitio. Eso no significa que nos callemos y dejemos las cosas
estar, ni mucho menos. Es un deber nuestro presentar siempre de
forma clara nuestra postura, pero presentar no es imponer.
Además es imprescindible que tengamos siempre en cuenta
que para cada cosa hay un lugar y un momento oportuno, usando por
lo tanto el momento y el lugar oportuno para llevar a cabo
nuestras propuestas, siempre, repetimos, con un sentimiento
fraterno y buscando el bien general. Por lo tanto, si
consideramos que nuestra postura en determinado aspecto es la
correcta, busquemos exponerla con la mayor claridad posible en
las reuniones donde han de ser expuestas, y sometámosla al
criterio de la mayoría. Si la propuesta es lógica y
positiva para el grupo generalmente será aceptada. Si no
lo es, solo nos queda respetar la posición mayoritaria y
aceptarla sin susceptibilidad. Será ahí donde
debamos emprender una reflexión profunda y replantearnos
nuevamente nuestra postura antes de considerar que TODOS se
equivocan. Si después de analizarla profundamente seguimos
considerando que tenemos razón, nos cabe demostrar con el
ejemplo, la paciencia y la calma que eso sería bueno para
el grupo.
Sobre esta cuestión cabe destacar que los cambios
solo se realizan de forma gradual, y que si un grupo tiene un
hábito no es fácil introducir nuevas cosas en el
seno del mismo. Muchos han fracasado estrepitosamente porque han
pretendido realizar en meses lo que es trabajo de años. En
estos casos solo con paciencia y paso a paso se podrán
realizar los progresos pretendidos.
Dentro del campo de la vivencia fraternal entre los
miembros del grupo, hay dos conceptos que me gustaría
desarrollar. La unión y la unificación.
La unión es buscar desarrollar sentimientos de
fraternidad entre los miembros del grupo, algo de lo que ya hemos
hablado, la unificación se refiere a los principios de la
doctrina espírita, y sobre esto me quiero extender un
poco.
Anteriormente hablamos de que en el espiritismo no hay
sumos pontífices y dogmas de fe, tampoco hay quien dirige
el espiritismo ni líder alguno, lo que dota al espiritismo
de dinamismo y progreso. Pero esto no implica que no exista una
unidad en cuanto a las propuestas filosóficas,
científicas y morales que presenta el espiritismo. Si no
existiese esa unidad, el espiritismo se hubiera convertido en una
amalgama de ideas dispares que lo desvirtuarían. Esto
sucede en todas las ramas del conocimiento y del saber
humano.
El espiritismo tiene su base en la obra monumental de
Allan Kardec. Esta obra, que es el resultado de las
enseñanzas de los espíritus a través de
diversos médiums, codificada y coordinada por Allan
Kardec, tiene una propuesta sumamente racional sobre diversos
aspectos de la existencia. Esta obra, que surge en el año
1857 con la publicación del libro de los espíritus,
a día de hoy permanece completamente actual y fresca. La
unificación de todos nosotros estará basada en el
estudio racional y con criterio de la obra de Allan Kardec. En
ella encontramos los principios en los que se fundamenta el
espiritismo, pero lo que es más importante, el por
qué se fundamenta en esos principios. Por lo tanto la
unificación en el grupo espírita surgirá del
conocimiento y del estudio del espiritismo, comenzando por sus
obras básicas. Si no lo hacemos así y cada uno trae
para el grupo sus propias ideas sobre lo que es el espiritismo,
muchas de ellas distantes de lo que realmente es, cada uno de
nosotros tendrá puntos de vista doctrinarios dispares, lo
que dificultará la unificación de que
hablamos.
Cuando proponemos lo anteriormente dicho, no decimos
lectura y aceptación de la obra de Kardec, y mucho menos
aceptación acrítica. Lo que proponemos es el
estudio de las bases en las que se fundamenta el espiritismo, el
análisis racional y criterioso de esas bases y el
aprendizaje de las mismas. No decimos que debamos estar de
acuerdo con todo lo que propone Kardec y sí que si
discordamos de algo, sepamos realmente de lo que discordamos y
porqué, no discordar sin más, pues muchas de las
polémicas que surgen en relación a temas
doctrinarios nacen más en cuestiones de forma que de
fondo, y principalmente porque no se reflexionó
suficientemente sobre la postura espírita. Este es otro de
los ejemplos que se deben dar en el grupo
espírita.
Pasemos a otra cuestión donde es importante el
ejemplo en el grupo espírita. El espiritismo es algo
serio. Él se encarga de cuestiones importantes y
relevantes del ser humano, por lo tanto, todas las reuniones
deberán ser revestidas de la seriedad y el respeto
que el espiritismo merece. La seriedad en las reuniones es la
vivencia de la seriedad que nos merece el espiritismo a cada uno
de nosotros.
Cuando hablamos de seriedad no nos referimos a
solemnidad, y mucho menos a que no se pueda mantener un ambiente
distendido y agradable. Seriedad no es encorsetamiento en
clichés clásicos de una educación que
declina, donde la seriedad estaba más vinculada a la
apariencia que al fondo. La seriedad en las reuniones se
manifestará por la profundidad de las mismas, por el
respeto con el que se tocarán los temas espíritas.
Además es muy importante el respeto al local de la
reunión, donde sabemos que además no solo acudimos
nosotros los encarnados, sino que también, y en mayor
número, aquellos que ya abandonaron el cuerpo
físico. Por eso, cualquier comentario fuera de lugar se
debe evitar, considerando que toda expresión verbal genera
una reacción en los demás, tanto desencarnados como
encarnados.
Otra cuestión muy relacionada con la seriedad es
la puntualidad. Las reuniones empiezan a una hora y esa hora debe
ser observada por respeto a los asistentes puntuales. Esto no
significa que debamos ser rígidos e inflexibles sobre este
tema, no pasa nada por esperar alguna que otra vez dos o tres
minutos, sobre todo si sabemos que alguien ha tenido un problema
independiente de su voluntad, pero como regla general es
importante que se observe una hora de inicio para la
reunión y que todos la respeten. La hora no será
impuesta por nadie, sino se consultará con todos los
miembros del grupo y se llegará a un acuerdo, pero una vez
que se determine una hora, todos los miembros del grupo
procurarán respetarla.
Sobre este tema conviene aclarar, que en ciertas
ocasiones la llegada tarde de algún compañero
está debidamente justificada. A veces, por motivos
personales como puede ser el trabajo profesional, algún
miembro solo puede llegar al grupo unos minutos tarde. En estos
casos el grupo debe ser comprensivo con el problema y no perder
el sentido de las proporciones, sacando el tema de su contesto.
No pasa nada si una persona, por razones ajenas a su voluntad, no
puede asistir a una hora en concreto. Si esto ocurre el grupo
actuará con naturalidad y el miembro que llega tarde
entrará a la reunión sin ningún problema. Le
cabe, sin embargo, entrar con el mayor respeto posible, como lo
haríamos en cualquier otro sitio, procurando sentarse y
acompañar la clase sin interrumpir el desarrollo normal de
las actividades. A este respecto, el grupo no será
distinto a cualquier institución que desenvuelve sus
actividades con seriedad.
El ejemplo en el grupo espírita es un factor
importante dentro de su dinámica y funcionamiento. Es
gracias al ejemplo que dan los miembros del grupo dentro del
mismo grupo que se pueden realizar las actividades dentro de un
clima de armonía, paz, seriedad y actitud
democrática. Por lo tanto, cuestiones como la claridad
administrativa, la información completa y detallada a
todos los miembros de las cuestiones relativas al grupo, el
oír respetuosamente a todos los miembros del grupo sin
sentimientos adversos, el esfuerzo por mantener y desarrollar un
ambiente de convivencia sana y amistosa, la lucha conjunta, la
seriedad como una actitud propia delante de la importancia de las
actividades del grupo… en fin, la puesta en
práctica de todos los principios morales que nos
enseña el espiritismo en relación a nuestros
compañeros, será, sin lugar a dudas, una de las
condiciones necesarias para el buen éxito de las
actividades del grupo.
Parte 2.4
Los servicios del
Centro: Los pases
Uno de los servicios más comunes en los grupos
espíritas es el de los pases.
Sobre esto, sería necesario hacer algunas
anotaciones sobre el valor real de este servicio, y como se
encuadra dentro del ámbito del espiritismo.
El pase, (y sin entrar en pormenores sobre
él, cosa que no hace parte de este artículo)
es una transfusión, -valga esta expresión-, de
energías, entre una persona que da y otra que recibe. En
realidad, la palabra pase se refiere a los movimientos que con
los brazos realiza el magnetizador para la transmisión de
energía. El pase no deja de ser, por lo tanto, una
técnica que permite la difusión y radiación
de las fuerzas energéticas de las que estamos dotados
todos los seres humanos.
Actualmente, la existencia de una energía en los
seres humanos no es algo ignorado por los investigadores que con
sinceridad se dedican a estos estudios. Ya el Dr. Bernard Grad,
un Bioquímico e Investigador de la Universidad McGill, en
Canadá, realizó interesantes investigaciones al
respecto del efecto sanador de la imposición de manos y
pases, con resultados claramente evidentes y demostrados. Es
más, para evitar el efecto placebo, realizó
investigaciones con ratones, e incluso son simientes de cebada,
obteniendo igualmente resultados positivos, lo que demuestra la
existencia de una fuerza o energía en los seres humanos
que puede irradiarse y transmitirse a otros seres vivos u objetos
inanimados.
Ahora bien, este efecto, ¿qué tiene que
ver con el espiritismo? ¿Se debe aplicar en el centro
espírita? Si se aplica, ¿Bajo qué criterios
debe hacerse? -A estos interrogantes vamos a intentar responder
en este artículo, repitiendo lo dicho anteriormente, que
en ningún momento pretendemos, con nuestras opiniones, dar
respuestas absolutas y definitivas, sino abrir un marco de
estudio y análisis sobre el tema del centro
espírita y su importancia.
El espiritismo es una doctrina educativa. Lo hemos
repetido en varias ocasiones a lo largo de este trabajo porque
pensamos que solo viéndolo así se estaría
dimensionándolo en su verdadero contexto. Por lo tanto, su
labor más acuciante es la educación del hombre en
su aspecto intelectual, moral, social, espiritual… Ella
nos presenta el espíritu como la inteligencia dotada de
conciencia e individualidad, que tiene la finalidad de progresar.
El progreso se realiza gracias al trabajo, en una
superación constante de nuestras actitudes y aptitudes,
buscando realizaciones cada vez más amplias a medida que
vamos adquiriendo conquistas mayores. Esa evolución, al
darnos cada vez más comprensión, nos otorga un
mayor esclarecimiento, lo que redunda en nuestra paz interior y
por extensión en nuestra felicidad. Por lo tanto, en el
espiritismo no hay conquistas milagrosas. No existe una barita
mágica que nos solucione los problemas, puesto que sabemos
que la solución de esos problemas gracias al trabajo y al
esfuerzo nos otorga experiencia y conocimiento, lo que nos
permite progresar.
Hemos de anotar, que la postura del espiritismo frente a
las dificultades no es de una resignación pasiva.
Consideramos que ellas existen porque es una realidad y no
podemos ignorarlas o pensar que no están, pero sí
podemos trabajar y luchar por superarlas, y de esa lucha surge el
progreso.
Por eso, en los grupos espíritas se habrá
de tener en cuenta esto, y no presentar los pases como un remedio
para liberar a las personas de sus problemas y dificultades. Es
verdad que el pase tiene un efecto positivo, tanto a nivel
físico, a nivel emocional y a nivel espiritual, pero el
pase no es la panacea universal que todo lo soluciona y esto debe
dejarse claro en el grupo espírita.
Considerando la visión espírita al
respecto del ser humano, vemos que estamos constituidos de un
cuerpo físico, un espíritu y un cuerpo
energético, que Kardec designó con el nombre de
periespíritu. Simplificando mucho la cuestión, el
espíritu sería el ser inteligente y consciente, en
definitiva nosotros. El Cuerpo físico es el elemento que
nos vincula a la vida biológica en la tierra, y el
periespíritu el cuerpo intermediario, que sirve de lazo
entre el espíritu y el cuerpo. Por lo tanto, cuando hay un
conflicto en el espíritu, este pasa a reflejarse en la
estructura energética del periespíritu, que a su
vez lo transmite al cuerpo. El pase tiene efecto a nivel
energético en el periespíritu, es decir, cuando hay
un desequilibrio energético en él, el pase puede
restituir la harmonía, pero si el espíritu no lucha
por superar el conflicto, el efecto del pase es
momentáneo, ya que la causa del problema se
mantiene.
Por esto mismo, observamos muchas veces a personas que
van a recibir el pase y salen totalmente revigorizadas, pero al
día siguiente vuelven a presentar las mismas
preocupaciones, los mismos conflictos, las mismas actitudes
perturbadoras.
Entonces, ¿Dónde se encuentra el efecto
positivo del pase?
Hay que considerar, para responder a esta pregunta, que
cuando un problema que se ha originado en el espíritu ha
desestabilizado la estructura energética del
periespíritu, e incluso se ha somatizado en el cuerpo
físico como una patología, el pase puede restituir
las energías periespirituales, lo que aliviará
mucho al que lo recibe, otorgándole la claridad mental y
espiritual suficiente para rehacerse y trabajar en su propio
beneficio. Ya vemos en los evangelios, que cuando Jesús
curaba generalmente aconsejaba a los beneficiados cambiar de
conducta, advirtiéndoles al respecto de esta necesidad
para que no les ocurriera "algo peor". Esta enseñanza de
Jesús debe estar siempre presente en el grupo
espírita, que no va a advertir, pero si educará en
relación a esta realidad.
Por lo expuesto anteriormente, consideramos que el pase
tiene relación con la doctrina espírita desde el
momento que ella explica cómo se produce el
fenómeno, además ofrece una serie de pautas para
que su uso sea hecho de forma correcta, sin el mercantilismo y el
misticismo del que se revisten otras ideas relacionadas con este
fenómeno natural. Por eso mismo, la práctica de los
pases en el centro espírita es una labor positiva que
puede traer beneficios al grupo, siempre y cuando el grupo no
gire en torno de los pases.
Hay ocasiones que las personas acuden al centro
espírita con alguna enfermedad física o de orden
psicológico, con la idea de que los pases lo
curarán. Esto es algo que los miembros del grupo
espírita deben tratar con sumo cuidado,
aclarándoles que el pase tiene un efecto
terapéutico real, pero que no es un remedio absoluto de
resultados infalibles. Es más, en ningún momento el
grupo espírita se presentará como un remedio para
las patologías físicas o psíquicas, que
tienen sus especialistas en otros campos del conocimiento. Por lo
tanto, el pase nunca sustituirá a ninguna terapia
especializada.
Solo desde la ignorancia, -y perdonen la
expresión- se puede asumir tal tarea en los grupos
espíritas. El espiritismo presenta una filosofía de
vida que tiene la finalidad de ayudarnos en nuestro progreso
espiritual, dándonos respuestas existenciales en cuanto a
la finalidad de nuestra vida y mostrándonos unos patrones
de comportamiento que nos ayudan en ese progreso, y es en esto en
lo que el centro trabajará. La salud física y
psíquica obedece dos factores: Por un lado el
espíritu reencarnado y por otro a los mecanismos
psicológicos, fisiológicos y biológicos de
nuestro organismo. En cuanto a la primera parte, es decir: el
espíritu, el espiritismo ofrece los elementos que le
dotarán de salud espiritual por medio de un comportamiento
ético y moral, y por otro lado, en relación a los
mecanismos psicológicos, fisiológicos y
biológicos, estos han sido plenamente estudiados por las
ciencias médicas y psicológicas, así como
diversas terapias alternativas, y que tienen competencia al
respecto de las mismas. El espiritismo no utilizará los
pases para inmiscuirse en campos que no son de su competencia.
Esto es señal de prudencia y buen sentido.
Decíamos al comienzo de esta parte, que se
designa como pase a los movimientos que realiza el magnetizador
(o pasista) a la hora de trasmitir sus energías. Estos
movimientos, ¿tienen alguna finalidad?
La respuesta no es tan sencilla como para encuadrarla
dentro de un si o un no. Según los investigadores en el
fenómeno del pase, los movimientos tienen una finalidad, y
se ha demostrado que ciertos movimientos facilitan la
aplicación de los pases. Esto ha de tenerse en cuenta por
los pasistas a la hora de aplicarlos, sin embargo sería
prudente hacer estos movimientos con la máxima
discreción y naturalidad, sin ruidos innecesarios que
desconcentran mucho más que ayudan. Los gestos
extravagantes, exóticos o impropios del carácter de
seriedad y respeto que ofrece el espiritismo se evitarán
también por razones obvias.
Solo comento a modo de referencia, -ya que se supone
algo completamente sabido-, que en el grupo espírita no se
cobrará absolutamente nada por los servicios que se
ofrecen, incluido, lógicamente, el pase. De la misma
forma, en ningún momento los pasistas o personas
encargadas del trabajo del pase prometerán resultados a
nadie. En relación a esto último, se habrá
de tener mucho cuidado porque es algo muy peligroso, pues cuando
se promete un resultado positivo, se genera, de forma inevitable,
ciertas expectativas que pueden luego no cumplirse, lo que
generará posteriores decepciones en los que asistieron y
se les dieron falsas esperanzas. Si la prudencia es importante en
las reuniones de estudio, mucho más lo ha de ser en este
tipo de servicios, donde sin querer y con la mejor voluntad del
mundo, podemos hacer daño a los asistentes.
En conclusión, los pases hacen parte de las
tareas relacionadas en el centro espírita, y cabe a los
miembros del centro, aplicarlos con inteligencia y
responsabilidad, sin atribuirles una importancia excesiva, ni
tampoco destituirlos de valor.
Parte 2.5
Los servicios del
Centro: Las tareas mediúmnicas
Sobre mediúmnidad se ha escrito mucho y muy
variado, por lo que no nos extenderemos en amplias
consideraciones sobre la facultad en sí, pero no podemos
escribir sobre el centro espírita sin hacer alusión
a la gravedad y seriedad con la que se debe encarar el tema
mediúmnico, no porque sea el más importante del
centro, sino porque no prestar los debidos cuidados a este tema
puede traer problemas y conflictos que una cuidadosa y atenta
atención evitarían fácilmente.
Si consideramos los motivos por los que la gente acude
al grupo espírita, observamos que uno de ellos es por el
surgimiento de facultades mediúmnicas que no se comprenden
y que causan, en el mejor de los casos, molestias y
extrañezas a quienes son portadoras de ellas. Muchas de
estas personas ya pasaron por otras ideologías o visitaron
a pretendidos médiums que les aconsejaron que
debían "desarrollar" la mediúmnidad, y acuden al
grupo espírita con este propósito.
Por otro lado, en el propio grupo emergente hay personas
con facultades mediúmnicas, unas que han eclosionado y
otras que aún no se han manifestado, pero que igualmente
están ahí en estado latente, esperando la
oportunidad para su eclosión. Es por lo tanto natural, que
el grupo espírita busque la realización de
actividades mediúmnicas.
Pero, ¿Cuál será la finalidad de
estas reuniones? He ahí la pregunta clave.
Si estamos hablando de un grupo espírita, no
podemos considerar las reuniones fuera de los parámetros
que el espiritismo propone, y por supuesto, la finalidad a de
ajustarse plenamente a los principios de ejecución que
propone la doctrina espírita. Pero ¿cómo
aplicar estos parámetros de ejecución? -Sin
ningún tipo de duda, la única forma de
aplicarlos es conocerlos, por lo que el estudio de la
doctrina espírita en general y en particular de su
visión al respecto de la mediúmnidad se hace
IMPRESCINDIBLE para el correcto desempeño de la
mediúmnidad.
En este caso, el grupo espírita debe crear un
grupo mediúmnico, es decir, un grupo de personas que
están interesadas en participar de dichas reuniones,
teniendo claro todas ellas que la finalidad no podrá ser
nunca banal ni por curiosidad o morbo, sino todo lo contrario. La
finalidad para asistir al grupo de trabajos mediúmnicos
habrá de ser seria, respetuosa y que atienda a un objetivo
noble. Antes de pensar en ser partícipe de actividades
mediúmnicas, todos debemos preguntarnos sinceramente
qué pretendemos con esas actividades, porqué
deseamos realizarlas y valorar con honestidad nuestras
respuestas. Si así lo hacemos nos evitaremos futuros
problemas originados por la falta de pretendidos resultados, que
por no ajustarse a la realidad y objetivo del trabajo, no
aparecen.
Por ejemplo, si mi finalidad real al participar en
reuniones mediúmnicas es la de encontrar pruebas de la
inmortalidad del alma, posiblemente después de unas
reuniones me desilusione al ver que esas pruebas no vienen, o si
vienen lo hacen de una forma distinta a como yo deseaba, y esto a
la larga genera desconfianza, desilusión y a la postre,
abandono del trabajo mediúmnico. Personalmente
asistí a reuniones mediúmnicas de ayuda a
espíritus desencarnados, donde el dirigente hacía
fotos con una cámara para intentar captar imágenes
de los espíritus, usando el flas para ello, con las
repercusiones que esto podía tener para posibles efectos
de ectoplasmía, necesarios para el atendimiento a ciertos
espíritus sufrientes. Por lo tanto, el cuestionarnos
sinceramente las verdaderas razones del porqué asistimos a
las reuniones mediúmnicas es básico para nuestra
adaptación al grupo mediúmnico, a no ser que
queramos correr el riesgo de que en vez de ayudar, perjudiquemos
el trabajo.
Una vez que tenemos claro qué queremos de la
mediúmnidad, (a lo que nos puede ayudar, y mucho, el
conocimiento del espiritismo, –y cuando digo conocimiento no
me refiero solo a la lectura de algún libro o a la
asistencia al grupo durante algunos meses, sino a un estudio
racional de los planteamientos de la doctrina
espírita), -cuando ya lo tenemos claro,
decíamos, llega la hora de pasar a formar parte del grupo
mediúmnico, lo que no significa que ya se deba y pueda
empezar a trabajar con la mediúmnidad.
Si como dijimos en el párrafo precedente, cuando
tenemos claro para qué queremos asistir a las reuniones
mediúmnicas, y este deseo coincide con la propuesta que
tiene el espiritismo con la mediúmnidad, nos queda la
preparación para el trabajo. Esa preparación debe
ser estudiada y planificada cuidadosamente por el centro
espírita, ofreciendo a los integrantes del grupo
mediúmnico una formación correcta y clara de la
mediúmnidad, aprendiendo los peligros que una
práctica incorrecta acarrea, las dificultades comunes que
suelen surgir en el ejercicio de la mediúmnidad, las
condiciones necesarias para saber identificar correctamente a los
espíritus y un largo etc.
Esta tarea de preparación para las actividades
mediúmnicas no puede estar supeditada a un tiempo exacto y
determinado. No creo que sea correcto, (siempre hablando desde mi
modesta opinión) establecer un tiempo tras el cual ya se
pueda comenzar a participar de las reuniones mediúmnicas.
Todo dependerá de factores como el interés
mostrado, la seriedad con que se enfrente el trabajo, la afinidad
con el grupo mediúmnico, la comprensión del
espiritismo, la asiduidad a las reuniones de estudio…
Serán estas características las que irán
dando información al grupo para determinar si se puede ya
participar en reuniones de contenido mediúmnico, o
aún es mejor esperar un poco más.
Ante esto último, prefiero pecar de prudente a
ser aventurero. Si la persona ya está preparada y espera
un poco más nada se pierde, pero si no está
preparada y se comienza con las actividades mediúmnicas
las consecuencias pueden ser desastrosas, como lo demuestra la
experiencia en muchos casos. Por otro lado, cuando realmente se
tiene interés, se sabe aceptar el periodo de aprendizaje
teórico y no se tiene impaciencia por empezar. La
impaciencia por empezar suele ser señal de que aún
no estamos lo suficientemente preparados para la
tarea.
Decía Abraham Lincoln: "Si me dan 8 horas
para cortar un árbol, pasaré 7 afilando el
hacha" Lo que significa que para hacer un buen trabajo el
trabajador debe prepararse convenientemente. Concienciarse de
esto evitará muchos quebraderos de cabeza a los miembros
de una reunión mediúmnica, y el grupo
espírita no puede obviar su responsabilidad delante de los
trabajos que se desempeñan bajo su tutela, sin recurrir a
las consabidas fugas de responsabilidad cuando algo no sale bien:
"Si ha pasado así es porque tenía que ser
así" o "Si esta persona abandona el grupo y el
trabajo es porque los obsesores la han apartado". Siempre
debemos mirar hacia adentro y verificar si hubo responsabilidad
de nuestra parte, principalmente para corregir los posibles
errores ante futuros problemas.
Bien, el grupo mediúmnico está
convenientemente preparado para comenzar las actividades
mediúmnicas. ¿Qué hacer? ¿Qué
tipo de trabajo se llevará a cabo? ¿Qué
papel debe desempeñar cada integrante? ¿Cómo
actuar ante posibles problemas o eventualidades?
La respuesta a todas estas preguntas habrá de ser
meditada y reflexionada convenientemente por el grupo
mediúmnico. Por ejemplo, cuando en la Asociación
Espírita de San Carlos del Valle comenzamos los trabajos
mediúmnicos, después de estar durante un tiempo de
3 años y algunos meses preparándonos todos los
integrantes por medio del estudio, decidimos elaborar lo que
llamamos un "Patrón de trabajo para las reuniones
mediúmnicas", en el que todo el equipo
mediúmnico fuimos elaborando la dinámica que
tendrían nuestras reuniones. Para elaborar este
patrón de trabajo, nos valimos de varios factores, entre
los cuales cabe destacar ciertos libros que hablan sobre
reuniones mediúmnicas, nuestra propia experiencia, las
condiciones propias del grupo de personas que íbamos a
trabajar…
Con ello lo que pretendimos es poder recoger, de forma
clara y accesible para todo el mundo, cuál sería la
forma de trabajar de nuestro grupo. Durante algunas reuniones
nuestro único objetivo fue elaborar dicho patrón de
trabajo, procurando contemplar el máximo número de
circunstancias previsibles, y la forma en la que se
solventarían. De esta forma, la dirección de los
trabajos correspondía no a una persona sino a todo el
grupo, lo que permitía dos cosas: Tener más
opiniones al respecto y evitar que nadie pudiera posteriormente
recriminar nada al grupo, puesto que antes de entrar ya
sabía la forma de proceder. Este patrón de trabajo
no era definitivo, sino que podía ser revisado, ampliado o
corregido, a medida que fuesen surgiendo nuevas cuestiones o se
verificase qué procedimientos anteriores no estaban bien
contemplados. Así pues se abordó temas como el
horario, la puntualidad, la incorporación de nuevos
miembros, médiums que no ejercen un control de su
mediúmnidad en determinado momento, forma de estudiar las
comunicaciones, etc., lo que permitía que hubiera
homogeneidad entre todos los participantes, ya que el
procedimiento había sido delineado entre todos, eso
sí, teniendo siempre como base la doctrina
espírita.
Por supuesto no pretendo hacer creer a nadie que ese es
el mejor procedimiento, lo explico aquí porque me parece
que es una forma democrática y sensata de hacer las cosas.
Además, pudimos observar que los resultados fueron buenos,
lo que no quiere decir que no surgieron problemas y que todo se
hizo sin dificultad. No se trata de anular la dificultad o los
problemas, lo que es imposible, lo que se pretende es buscar la
mejor forma de encontrar una solución. Por eso, considero
que la metodización del trabajo mediúmnico es muy
importante e imprime un carácter de seriedad necesario
para las actividades de orden mediúmnico.
Para terminar la cuestión de las reuniones
mediúmnicas en el grupo, me gustaría hacerlo con
unas reflexiones en relación al estudio del trabajo. Es
importante el estudio teórico de la mediúmnidad, no
diría importante, sino imprescindible. Mas si el estudio
de la parte teórica de la mediúmnidad es
imprescindible, no lo es menos el estudio del trabajo
mediúmnico propiamente dicho.
El estudio del trabajo que el grupo mediúmnico
realiza tiene la finalidad de permitir que el grupo progrese. Es
gracias a ese estudio constante que los médiums van
perfeccionando sus facultades mediúmnicas, los
médiums de apoyo van aprendiendo a mantenerse cada vez
más en sintonía con los guías de la
reunión para prestar su valioso auxilio, los pasistas
comprenden mejor su papel en la transmisión
benéfica de energías saludables y los
"adoctrinadores" a ir perfeccionando sus técnicas de
auxilio y ayuda a los espíritus sufrientes, además
de sintonizar con los espíritus encargados de conversar
con los necesitados para esclarecerlos en relación a su
situación y el nuevo rumbo a adoptar. Por ello, la
sinceridad y la honestidad deben ser compañeras de todo
grupo mediúmnico, como también la humildad,
única capaz de enseñarnos a ver los errores que
lógicamente, como novicios en la materia, vamos
cometiendo.
Pero este estudio no solo pretende ver los posibles
errores para aprender de ellos y no cometerlos más, sino
también las conclusiones y reflexiones que se pueden
extraer de todo el trabajo. Consideremos que todos podemos
aprender de todos, incluso de nuestros hermanos desencarnados que
presentan dificultades y conflictos en el mundo espiritual.
Observándolos podremos tener mejor idea del mundo que nos
aguarda después de nuestra jornada en la tierra,
así como también podemos aprender las consecuencias
que tienen nuestros comportamientos, viéndonos reflejados
en muchos de ellos. Todo ese material de aprendizaje es necesario
para que el grupo crezca y se desarrolle convenientemente, y el
grupo espírita habrá de velar por esto, permitiendo
y garantizando el progreso constante de las actividades
mediúmnicas, como también las del estudio y
divulgación.
En síntesis, el centro espírita tiene el
deber de velar porque los trabajos se realicen de forma correcta,
procurando la seriedad y la elevación de miras, usando
siempre la autocrítica y el deseo de mejorarse. Si
nosotros como individuos reconocemos nuestras carencias y
nuestras metas de progreso, por supuesto que como individuos que
trabajamos gregariamente en un bien común, podemos y
debemos luchar por el progreso de nuestro grupo, permitiendo que
él permanezca saludable por medio de la renovación
y el perfeccionamiento del mismo, que empieza,
lógicamente, por nuestro propio
perfeccionamiento.
Parte 3.1
Otras
consideraciones El surgimiento del centro
espírita
Agruparemos en esta tercera parte, consideraciones que
pensamos son importantes pero cuyo desarrollo es quizás
menos voluminoso que las que hemos tratado.
Una de ellas es el surgimiento del centro
espírita.
El surgimiento del centro espírita puede ser de
dos formas. O bien un grupo de personas que pertenecían a
otro centro, y que deciden formar uno nuevo, o personas que
simpatizan o tienen conocimientos espíritas pero que no
han pertenecido a un grupo anteriormente.
En ambos casos consideramos fundamental tener en cuenta
las bases de democracia, respeto, previsión,
seriedad… y todas las características importantes
que hemos visto anteriormente, como la elaboración de unos
estatutos claros y objetivos que cubran las necesidades reales
del centro espírita.
Pero en el segundo caso, si no hay experiencia previa,
nos surge lógicamente la pregunta: ¿cómo
hemos de proceder?
En estos casos donde falta la experiencia de haber
pertenecido a otro grupo puede ser conveniente acudir a una
persona experimentada. El hecho de acudir a otra persona
experimentada no significa que esa persona sea la encargada de la
formación del centro, como desgraciadamente en algunas
ocasiones se hace. Su papel será de apoyo, ofreciendo
siempre ideas precisas y claras para análisis de los
miembros del grupo en formación, los cuales,
considerarán la experiencia del amigo, pero no
tomarán sus orientaciones como dogmas de fe que hay que
seguir. En todo caso, esas orientaciones serán analizadas
y reflexionadas por los interesados, que podrán, una vez
estudiadas convenientemente, adoptarlas o no, según las
necesidades.
Es muy importante desde nuestro punto de vista, que
desde el comienzo todas las personas se vean con posibilidad de
opinar y participar en la formación del grupo, puesto que
esto es un estímulo que siempre es bien recibido por
todos. Naturalmente vamos a sentirnos mejor si somos parte activa
del proceso de formación, que si alguien llega y nos dice
lo que hay que hacer y cómo hacerlo, sin habernos
preguntado nuestra opinión.
A este respecto me gustaría comentar una
experiencia personal.
En cierta ocasión me invitaron a dar una
pequeña charla a un grupo en vías de
formación. Estábamos explicando qué era el
espiritismo, y hablaba de cómo el Codificador había
sentado las bases espíritas en base al análisis con
criterio, a la lógica empleada por él para
sustentar sus argumentos, y de cómo el estudio del
espiritismo es un proceso analítico, preguntándonos
el porqué de cada propuesta espírita y
aceptándola cuando satisface a nuestra
razón.
En determinado momento de la exposición llamaron
a la puerta, y entró una persona con 5 volúmenes
fotocopiados y encuadernados, los dejó caer en la mesa y
sentenció:
-Aquí os traigo un Curso de espiritismo.
Desde la próxima reunión se va a estudiar esto.
Quien quiera bien y quien no, pues no tiene porqué venir.
– Y calló.
Se hizo un silencio sepulcral ante aquella forma de
irrumpir en una reunión ya comenzada, y notaba como las
personas me miraban preguntándome: -¿Y
esto?
Como nadie hablábamos, la misma persona que
había sentenciado en cuanto al procedimiento que se
adoptaría en el grupo, volvió a decir: -El
espiritismo es muy serio y hay que estudiarlo con seriedad, y
dejarnos de tonterías que no conducen a ningún
lugar.
Nuevamente se hizo silencio y pude percibir el malestar
de todos los asistentes. Después de la pausa natural, le
expliqué que estábamos hablando sobre lo que es y
no es el espiritismo, y que efectivamente estaba de acuerdo en
relación a la seriedad, siendo necesario para aplicarla un
profundo respeto a la Doctrina Espírita. Desvié de
alguna manera la atención de lo ocurrido hablando de los
sincretismos y como afectan a la doctrina espírita, para
concluir haciendo alusión a la necesidad de respetar a los
demás.
Personalmente conozco esos cursos. Los hemos impartido
ya en 3 ocasiones en diferentes centros espíritas y
reconozco su valor, pero me pregunto: -¿Es la mejor
opción imponerlos? -Desde mi punto de vista creo que no,
en base a que todo lo que se impone crea rechazo.
En este caso, considero que nuestra mejor opción
es presentar los cursos al grupo en formación, hablar de
cómo han surgido y la necesidad de ellos, explicar los
métodos que emplean, los resultados que se han obtenido
aplicándolos, las ventajas y los inconvenientes que
tienen. De esta forma el resto de personas tienen una idea sobre
ellos, su utilidad y la forma de aplicarlos, y pueden valorarlos
con criterio. Sería bueno también permitir que se
nos hagan las preguntas que consideren oportunas, así como
las observaciones y objeciones, siendo esto muy positivo para
aclarar posibles dudas. En resumen, aportar un apoyo al grupo
permitiendo que sea él quien tome las
decisiones.
Parte 3.2
Otras
consideraciones – La oración
Es muy común, en los grupos espíritas,
comenzar las reuniones con una oración. Esto constituye
una práctica saludable, puesto que la oración es
una elevación de pensamientos que nos ayuda a sintonizar
con los buenos espíritus y prepararnos interiormente para
la reunión.
Sin embargo, la oración en el espiritismo debe
ser encuadrada dentro de los parámetros en la que la
estableció el propio codificador, es decir, en la
importancia del pensamiento por encima de la forma.
Una oración, para ser eficaz, debe estar
acompañada por el pensamiento, tanto del que la dice como
del resto de asistentes. Si la oración no está
acompañada por el pensamiento y es simplemente un rezo,
una retahíla de palabras que no dicen nada, o que si dicen
no son acompañadas por el pensamiento, de nada sirve, y su
acción es nula.
Por eso, es que Kardec insiste en que la oración,
para ser eficaz, debe ser comprensible, es decir, se debe poder
entender qué quiere decir y porqué.
Por lo tanto, comenzar las reuniones con una
oración es, como dijimos al principio, una buena
práctica, pero es importante que la oración sea
dicha de forma sencilla, sin florituras ni ambigüedades,
evitando "adoctrinar" en la misma. Se evitará hacer
oraciones largas que terminan por cansar a los asistentes,
haciendo que pierdan la concentración y creando, de esta
forma, un clima opuesto al que se pretende crear.
Parte 3.3
Otras
consideraciones – La disciplina
Para hablar de disciplina, me gustaría contar un
caso de Chico Xavier.
Cuando comenzaba con sus trabajos mediúmnicos, en
una ocasión Emmanuel se le presentó y le
dijo:
-Chico, ¿quieres dedicarte al trabajo de la
mediúmnidad?
-Si, por supuesto.
-Entonces te son necesarios tres requisitos: El
primero, es la disciplina.
-¿Y el segundo?
-La disciplina
-¿Y el tercero?
-La disciplina.
Esta recomendación de Emmanuel a Chico revela lo
importante que es la disciplina para hacer algo de provecho.
Cuando necesitamos realizar un trabajo, independientemente del
campo en el que sea, necesitamos de un orden y una disciplina
para su realización, pues si nos abandonamos al desorden y
a la desorganización, al final el trabajo no se
hace.
La disciplina, en esencia, significa la
coordinación de una serie de actitudes con la finalidad de
desarrollar una serie de habilidades, o bien, para seguir un
determinado código de conducta u orden.
La disciplina es un concepto que no se ha entendido
correctamente, y ha conllevado un abuso por parte de los que han
intentado aplicarla o instruirla, pues en muchas ocasiones ha
sido impuesta, vulnerando los derechos de libertad, justicia y
solidaridad. Véase, por ejemplo, ciertas disciplinas
dictatoriales o militares y se podrá tener una clara idea
de lo que la disciplina mal entendida puede conllevar.
El grupo espírita necesita de un orden. Esto es
lógico para la buena marcha de sus trabajos, además
de la necesidad de mantener una armonía en las reuniones.
A este orden se le puede llamar, si se quiere disciplina, pero es
necesario entender que esta disciplina no podrá nunca ser
impuesta a los miembros de un grupo, ya que toda
imposición genera, lógicamente, un
rechazo.
No podemos, a riesgo de faltar a los principios morales
que nos propone el espiritismo, convertirnos en censores del
comportamiento de los demás, estando más pendientes
de la falta de disciplina del resto que de nuestros errores
dentro del grupo. En mi experiencia, he podido comprobar que
cuando he explica a alguien la necesidad de mantener un orden
para la buena armonía de los trabajos, y se hace con
sencillez y respeto, en la mayoría de los casos la persona
lo entiende e intenta adaptarse a las normas del grupo, pero
también he aprendido que cuando se intenta imponer unos
parámetros de comportamiento a alguien, esta persona
siente que se está vulnerando su libertad, y pasa a
reaccionar de forma negativa.
La disciplina, por lo tanto, será un proceso que
busque mantener el orden en los trabajos del grupo, sin
convertirse en una imposición de normas y actitudes a los
demás.
Parte 3.4
Otras
consideraciones – Ataques a Religiones, Creencias o
Filosofías
En el medio social en el que vivimos, una de las
características propias de aquellos que profesan una idea,
es la de defenderla por medio de la crítica a otras
corrientes de pensamiento que piensan de forma distinta en el
mismo campo de estudio. Desde mi punto de vista, esto me parece
una falta de argumentos que debíamos meditar.
¿Por qué mi idea es mejor si logro
demostrar que otra es peor?
El espiritismo, tal y como nos lo legó Allan
Kardec, no defiende sus ideas con ataques a Religiones, Creencias
o Filosofías que no piensan de la misma forma que
él. Sino que basa su acción en la
presentación lógica de sus argumentos, y permite
que los demás valoren con total libertad. Por esto mismo,
en los grupos espíritas no estaremos preocupados en la
crítica o censura a ideas distintas a la
nuestra.
Eso no implica que no se pueda hacer un análisis
tranquilo e imparcial de otras ideas y formas de ver la realidad.
Por el contrario, el espiritismo nos invita al estudio de todo,
al análisis de todo y a quedarnos con lo que mejor hable a
nuestra razón. Por lo tanto, nuestra postura a este
respecto habrá de ser siempre la de presentar el
espiritismo como él es, argumentando sus principios y
presentándolos con la mayor claridad posible, y que cada
quien juzgue, analice y evalúe sus propuestas y se quede
con lo que mejor le parezca.
Parte 3.5
Otras
consideraciones – La política en el centro
espírita
El espiritismo es una doctrina apolítica. Esto
quiere decir que la condición política de una
persona no tiene nada que ver con sus ideas espíritas. Los
intereses del espiritismo están vinculados con la realidad
espiritual de todos nosotros, y el principio educativo del
espiritismo se basa en las leyes morales de la vida. De esta
forma cada quien podrá optar por una idea política
sin que esto tenga nada que ver con su condición de
espírita.
Por lo tanto, en el grupo no se entrará en
discusiones políticas, que solo traerán perjuicios
e inconvenientes en la buena marcha de las reuniones.
Sin embargo, el tema de la política, -y
más actualmente-, puede ser analizado desde una
visión espírita, siempre que no se tengan en cuenta
intereses partidistas o ideológicos, puesto que el
espiritismo también hace un estudio de la vida social,
así como de las leyes de libertad, justicia, igualdad,
ámbitos donde la política tiene una acción
real. Hacer por lo tanto un análisis de todos estos temas
desde una visión espírita es positivo, siempre que
se haga desde una visión espírita y no partidista,
lo que no siempre es fácil de llevar a cabo.
Por poner un ejemplo, podríamos hablar de la
legalización del aborto, que se está llevando a
cabo de muchos países del mundo. Establecer el criterio
espírita en relación a este tema, (que es un tema
social ejercido por la política) es algo totalmente
normal. Un tema que se puede abordar claramente y sin
ningún problema en el grupo espírita, aunque
siempre habrá de hacerse con el cuidado de no vincular al
espiritismo con partidos e ideologías políticas,
pues entonces estaríamos desvirtuando su verdadera
naturaleza.
Para terminar este largo estudio, considerar que el
grupo espírita no deja de ser una institución de
personas, con sus problemas, dificultades, anhelos, que tienen la
finalidad común de estudiar y trabajar en base a los
conocimientos que nos propone el espiritismo. Como grupo,
está formado por personas diversas, con distintos
caracteres, con distintos temperamentos, pero con una cosa en
común: "El espiritismo".
Cierro este artículo haciendo una
reflexión en relación a la importancia del
espiritismo en nuestras vidas, en la sociedad. José
Herculano Pires, en su libro "El centro espírita"
dice: "Si los espíritas supiéramos la
importancia y el papel que tiene el centro espírita, el
espiritismo sería hoy el mayor movimiento espiritual y
cultural de la tierra".
Posiblemente haya exagerado un poco en su
apreciación, pero sin lugar a dudas si los
espíritas valoráramos realmente el papel del centro
espírita, y trabajáramos más por él,
buscando lo mejor para el grupo, sin imposiciones egóticas
y absurdas, donde solo están presentes nuestros egos y
nuestras soberbias, si valoráramos más el trabajo y
los resultados que hacer prevalecer nuestras ideas, sin lugar a
dudas los grupos espíritas ofrecerían un mejor
marco para el estudio y la convivencia fraterna, elementos
necesarios para la buena marcha de la
institución.
Autor:
Juan José Torres
Fernández
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